miércoles, 1 de diciembre de 2010
martes, 30 de noviembre de 2010
miércoles, 10 de noviembre de 2010
martes, 2 de noviembre de 2010
Una imagen en 45 minutos
Dejeuner sur l'herbe
Desayuno sobre la hierba
Por muchos años, esta obra me ha intrigado, y no solo por su contexto y significado, sino también por la cadena de obras que se han derivado de ella. Cada vez que la observaba, descubría cosas nuevas en ella, y cada vez que la comparaba con sus subsecuentes, encontraba cosas más interesantes en ellas.
Los detalles finamente cuidados en la obra me fueron un deleite observar minuto a minuto. Perdí bastante tiempo clavado en la mirada de aquella chica que en su momento causó furor en los espectadores, aquella mirada que parece estar viéndote, y siguiéndote, recordándote de su desnudez, y de tu presencia con vestimenta.
Entre más obserbé esta imagen, empezé a buscar detalles que la hacen singular, y luego pasó por mi mente todas las demás obras que pasaron por el proceso de imitarla, pero de una manera descontextualizada. A mi mente vino una idea, en base a aquellas referencias: fijarme en los detalles de la imagen, y tratar de transportarla a mi presente, a mi vida.
Después de la dedicada labor de observación, comenzé a buscar todas las imagenes de referencia que aparecieron a partir de esta. La labor no fue nada simple, ya que hay un montón de ellas. Se me ocurrió buscar una que tuviera las siguientes características: que tuviera un significado para mí, que pudiera representarme a mí mismo dentro de ella, que pudiera tomar características de la obra original de Monet, pero que a la vez puedan ser adaptadas; hacerlas de tal forma que sea una obra significativa para mí.
Escogí una representación cómica y caricaturezca, dentro de la que pude adaptar elementos que creo me caracterizan y definen, sin perder la simpleza y la sensillez de la obra original.
Desayuno sobre la hierba
Por muchos años, esta obra me ha intrigado, y no solo por su contexto y significado, sino también por la cadena de obras que se han derivado de ella. Cada vez que la observaba, descubría cosas nuevas en ella, y cada vez que la comparaba con sus subsecuentes, encontraba cosas más interesantes en ellas.
Los detalles finamente cuidados en la obra me fueron un deleite observar minuto a minuto. Perdí bastante tiempo clavado en la mirada de aquella chica que en su momento causó furor en los espectadores, aquella mirada que parece estar viéndote, y siguiéndote, recordándote de su desnudez, y de tu presencia con vestimenta.
Entre más obserbé esta imagen, empezé a buscar detalles que la hacen singular, y luego pasó por mi mente todas las demás obras que pasaron por el proceso de imitarla, pero de una manera descontextualizada. A mi mente vino una idea, en base a aquellas referencias: fijarme en los detalles de la imagen, y tratar de transportarla a mi presente, a mi vida.
Después de la dedicada labor de observación, comenzé a buscar todas las imagenes de referencia que aparecieron a partir de esta. La labor no fue nada simple, ya que hay un montón de ellas. Se me ocurrió buscar una que tuviera las siguientes características: que tuviera un significado para mí, que pudiera representarme a mí mismo dentro de ella, que pudiera tomar características de la obra original de Monet, pero que a la vez puedan ser adaptadas; hacerlas de tal forma que sea una obra significativa para mí.
Escogí una representación cómica y caricaturezca, dentro de la que pude adaptar elementos que creo me caracterizan y definen, sin perder la simpleza y la sensillez de la obra original.
Silent movie
¿Mirar tu película favorita en silencio?
No es la primera vez que veo una película sin escuchar el diseño sonoro; recuerdo cuando lo hacía en el gimnasio mientras corría o trabajaba en la elíptica. No era una película que me interesara, así que a veces la mirada se distraía en otros lugares, viendo el paso de la gente, especialmente aquellas chicas de cuerpo esbelto que te roban la mirada, dejándote en un estado de estupefacientes naturales.
Pero en el caso de este ejercicio fue diferente: mirar una de mis cinco películas favoritas con el volumen en 0. Para empezar tuve que escoger cuál de todas, así que escogí una que tenía relativamente olvidada: Sin City. Mis manos temblorosas insertaron la disco con dificultad, por aquella rendija escondida que tiene en la lateral.
Lo primero que pasó por mi cabeza fue la música del menú del dvd, recordando aquella tonada que tanto me gusta, y que además despierta mi adrenalina. Después de un minuto de ver el intro (que ya he visto miles de veces), decidí picarle en el botón de "play". Sabía que me estaba enfrentando con uno de mis peores enemigos: el cine silente.
Comenzó la primera secuencia. Recordé más o menos el primer diálogo, y me di cuenta que efectivamente es una película que he visto muchísimas veces. Comencé a apreciar aquellos efectos visuales que le han dado fama a la película, como lo es el hermoso vestido rojo de la chica, que después se convierte en una inmensa mezcla con su sangre, haciendo un rojo intenso delineado por lineas negras, y los ojos de Ashton Kutcher, que adquieren color por tan sólo un segundo.
Noté que mi pierna comenzaba a temblar. Estaba sudando a pesar de que hacía frío. Mis ojos se desviaban frecuentemente hacia el botón de "mute", queriendo enviar todo al carajo, y disfrutar de mi película con el hermoso sonido que la caracteriza. Por supuesto, una voz interior me susurró que si me dejaba vencer por la tentación, eso significaría iniciar el proceso de nuevo, de ceros... así que no tuve más remedio que continuar viendo la película en mute.
Conforme la película siguió avanzando, me seguí desesperando más y más. Intenté convencerme a mí mismo de que tenía que encontrar la belleza en el silencio, que el proceso del cine en silencio es no pensar en que te molesta, y así poco a poco logrará tomarte, y de esa forma podrás disfrutarlo... pero no fue así.
Mientras la película continuaba, me di cuenta de un fenómeno... estaba arto de no tener sonido, pero por otro lado, no quería parar la película. Me di cuenta de que, después de todo, no me desagradaba verla... solo que no soportaba verla sin sonido. Por mi mente pasó a imagen de Pedro, diciéndome "justamente ese es el objetivo de este ejercicio". Así que decidí mostrarle optimismo a la mitad faltante.
Los efectos especiales no tardaron en llegar. Escuchaba las balas salir con furor de sus armas, al igual que las explosiones, que por la gran magnitud de la explosión, llegaron a salpicar incluso mi pantalla. Me parecía curioso escuchar la voz de Jessica Alba con un timbre de voz similar al mío. Por mi mente pasó la idea de lo padre que sería ponerle todo el diseño sonoro así, con mi ronco pecho, y mis tremendos efectos especiales.
Debo admitir que fue una experiencia frustrante y difícil de soportar, pero que disfruté en cierta medida. No sé si quisiera repetirla, pero de que me enseñó bastante... no lo puedo llegar a negar.
No es la primera vez que veo una película sin escuchar el diseño sonoro; recuerdo cuando lo hacía en el gimnasio mientras corría o trabajaba en la elíptica. No era una película que me interesara, así que a veces la mirada se distraía en otros lugares, viendo el paso de la gente, especialmente aquellas chicas de cuerpo esbelto que te roban la mirada, dejándote en un estado de estupefacientes naturales.
Pero en el caso de este ejercicio fue diferente: mirar una de mis cinco películas favoritas con el volumen en 0. Para empezar tuve que escoger cuál de todas, así que escogí una que tenía relativamente olvidada: Sin City. Mis manos temblorosas insertaron la disco con dificultad, por aquella rendija escondida que tiene en la lateral.
Lo primero que pasó por mi cabeza fue la música del menú del dvd, recordando aquella tonada que tanto me gusta, y que además despierta mi adrenalina. Después de un minuto de ver el intro (que ya he visto miles de veces), decidí picarle en el botón de "play". Sabía que me estaba enfrentando con uno de mis peores enemigos: el cine silente.
Comenzó la primera secuencia. Recordé más o menos el primer diálogo, y me di cuenta que efectivamente es una película que he visto muchísimas veces. Comencé a apreciar aquellos efectos visuales que le han dado fama a la película, como lo es el hermoso vestido rojo de la chica, que después se convierte en una inmensa mezcla con su sangre, haciendo un rojo intenso delineado por lineas negras, y los ojos de Ashton Kutcher, que adquieren color por tan sólo un segundo.
Noté que mi pierna comenzaba a temblar. Estaba sudando a pesar de que hacía frío. Mis ojos se desviaban frecuentemente hacia el botón de "mute", queriendo enviar todo al carajo, y disfrutar de mi película con el hermoso sonido que la caracteriza. Por supuesto, una voz interior me susurró que si me dejaba vencer por la tentación, eso significaría iniciar el proceso de nuevo, de ceros... así que no tuve más remedio que continuar viendo la película en mute.
Conforme la película siguió avanzando, me seguí desesperando más y más. Intenté convencerme a mí mismo de que tenía que encontrar la belleza en el silencio, que el proceso del cine en silencio es no pensar en que te molesta, y así poco a poco logrará tomarte, y de esa forma podrás disfrutarlo... pero no fue así.
Mientras la película continuaba, me di cuenta de un fenómeno... estaba arto de no tener sonido, pero por otro lado, no quería parar la película. Me di cuenta de que, después de todo, no me desagradaba verla... solo que no soportaba verla sin sonido. Por mi mente pasó a imagen de Pedro, diciéndome "justamente ese es el objetivo de este ejercicio". Así que decidí mostrarle optimismo a la mitad faltante.
Los efectos especiales no tardaron en llegar. Escuchaba las balas salir con furor de sus armas, al igual que las explosiones, que por la gran magnitud de la explosión, llegaron a salpicar incluso mi pantalla. Me parecía curioso escuchar la voz de Jessica Alba con un timbre de voz similar al mío. Por mi mente pasó la idea de lo padre que sería ponerle todo el diseño sonoro así, con mi ronco pecho, y mis tremendos efectos especiales.
Debo admitir que fue una experiencia frustrante y difícil de soportar, pero que disfruté en cierta medida. No sé si quisiera repetirla, pero de que me enseñó bastante... no lo puedo llegar a negar.
jueves, 16 de septiembre de 2010
La Leyenda
La Llorona Siglo XXI
Una joven y hermosa mujer cosmopolita ahoga a sus dos hijos gemelos casi recién nacidos en una cubeta de líquido radioactivo, dentro de un depósito de basura. La chica está vestida de novia, y está alcoholizada. Todas las noches regresa a buscar a sus hijos al basurero, gritando "¡Ay mis nenes!" Los niños repentinamente aparecen... se han convertido en zombies. Se comen a su propia madre, convirtiéndola en un zombie fantasma también, que ahora circula por la ciudad, gritando "¡Ay mis nenes!" Dicen que se come a quien logra verla. En la gran Ciudad de México, un grupo altamente entrenado, y desconocido ante las personas, se dedicará a intentar cazar a la madre y sus dos hijos zombies, antes de que su contagio se vuelva una plaga incontrolable.
La historia es una farsa cómica, con un toque de suspenso y terror. La intención es exagerar a los personajes, haciéndolos caer en los estereotipos que hemos coincibido en éstas épocas, burlándonos de los mismos, y a la vez jugando con los géneros, combinándolo con un fuerte tono sarcástico y un exagerado humor negro.
La chica es muy estereotipada, siendo una mujer de clase alta, con ademanes exagerados, y siendo lo que se considera típicamente como "fresa". Las situaciones en las que ella se envuelve son poco verosímiles y poco realistas. También se mezcla la misma con una hiper-realidad, haciendo las situaciones muy exageradas. La reacción de la gente ante los sucesos derivados de la chica y sus dos hijos zombies es de total naturalidad, comportándose tan indistinta ante la visión que éstos ocasionan.
La vestimenta es notoriamente de diseñador, tanto de la madre como de los hijos, notándose no solo de clase alta, sino también conocedora de la alta costura. Las costumbres que eran típicas hace dos siglos se estilizan y rediseñan, creando un México folklórico post modernista.
Una joven y hermosa mujer cosmopolita ahoga a sus dos hijos gemelos casi recién nacidos en una cubeta de líquido radioactivo, dentro de un depósito de basura. La chica está vestida de novia, y está alcoholizada. Todas las noches regresa a buscar a sus hijos al basurero, gritando "¡Ay mis nenes!" Los niños repentinamente aparecen... se han convertido en zombies. Se comen a su propia madre, convirtiéndola en un zombie fantasma también, que ahora circula por la ciudad, gritando "¡Ay mis nenes!" Dicen que se come a quien logra verla. En la gran Ciudad de México, un grupo altamente entrenado, y desconocido ante las personas, se dedicará a intentar cazar a la madre y sus dos hijos zombies, antes de que su contagio se vuelva una plaga incontrolable.
La historia es una farsa cómica, con un toque de suspenso y terror. La intención es exagerar a los personajes, haciéndolos caer en los estereotipos que hemos coincibido en éstas épocas, burlándonos de los mismos, y a la vez jugando con los géneros, combinándolo con un fuerte tono sarcástico y un exagerado humor negro.
La chica es muy estereotipada, siendo una mujer de clase alta, con ademanes exagerados, y siendo lo que se considera típicamente como "fresa". Las situaciones en las que ella se envuelve son poco verosímiles y poco realistas. También se mezcla la misma con una hiper-realidad, haciendo las situaciones muy exageradas. La reacción de la gente ante los sucesos derivados de la chica y sus dos hijos zombies es de total naturalidad, comportándose tan indistinta ante la visión que éstos ocasionan.
La vestimenta es notoriamente de diseñador, tanto de la madre como de los hijos, notándose no solo de clase alta, sino también conocedora de la alta costura. Las costumbres que eran típicas hace dos siglos se estilizan y rediseñan, creando un México folklórico post modernista.
miércoles, 15 de septiembre de 2010
martes, 14 de septiembre de 2010
martes, 7 de septiembre de 2010
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